“Todo lo digital deja huella”. Esta frase empleada por el diario norteamericano The New York Times refleja el peligro del `sexting´ y del flirteo a través de redes sociales. Y es que muchas personas no toman en cuenta que al enviar una foto o un vídeo pierden automáticamente el control sobre su distribución. Ya sea por coquetear, buscar pareja, ociosidad o simple curiosidad, se puede perder el concepto de privacidad. El boom de los teléfonos inteligentes y de redes sociales como Facebook y Twitter facilitan que el entusiasmo de una conversación pueda llevar a compartir archivos que no deberían pasar a ser de dominio público. Las consecuencias pueden ser de grandes dimensiones.
El término “sexting” es un anglicismo que proviene de la combinación entre las palabras “sex” (sexo) y “text” (texto) y comprende el envío de contenido de índole sexual producido por el propio remitente. Con los llamados “smartphones” este concepto se extiende más allá de los SMS y MMS hasta abarcar la publicación de estas fotos y vídeos a través de aplicaciones para redes 2.0.
El problema radica en que cuando este tipo de contenidos pasan a manos de una segunda persona, no se tiene certeza del uso que se les vaya a dar. Una relación amorosa rota, una amistad poco confiable, una traición, la inmadurez o la envidia podrían implicar que algo tan personal llegue a destinatarios que no estaban en los planes. Cuando se pierde el poder sobre la distribución de imágenes personales, la víctima puede caer en depresión y ansiedad al verse a sí misma humillada públicamente y acosada.
Los adolescentes, e incluso los niños, pueden llegar a hacer un uso erróneo de las nuevas tecnologías. Un joven que aún no ha llegado a la mayoría de edad no tiene consciencia plena de las consecuencias que podría traer el compartir fotos o vídeos con contenido erótico con sus novios(as), amigos(as) y, en muchos casos, personas que ni siquiera conocen.
Esta “moda” no sólo tiene la capacidad de arruinar reputaciones sino puede traer consecuencias legales por distribución de pornografía infantil.
Algunos de los principales riesgos son:
CIBERACOSO: Amenazas, hostigamiento, humillación u otro tipo de molestias realizadas por un adulto contra otro adulto por medio de tecnologías telemáticas de comunicación.
CIBERBULLYING: Actuaciones de chantaje, vejaciones e insultos de niños a otros niños mediante Internet, teléfonos móviles u otras tecnologías.
GROOMING: Prácticas online de ciertos adultos para ganarse la confianza de un (o una) menor, con fines de satisfacción sexual. Muy relacionado con la pederastia y la pornografía infantil."
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